domingo, 29 de noviembre de 2009

¡Aupa! ¡El momento! - Henri Cartier-Bresson

El instante único e irrepetible


“For me the camera is a sketch book, an instrument of intuition and spontaneity, the master of the instant which, in visual terms, questions and decides simultaneously. In order to “give a meaning” to the world, one has to feel involved in what one frames through the viewfinder. This attitude requires concentration, discipline of mind, sensitivity, and a sense of geometry. It is by economy of means that one arrives at simplicity of expression. (…) It is putting one’s head, one’s eye, and one’s heart on the same axis.”

“Yo considero la cámara como un cuaderno de dibujos, un instrumento de intuición y espontaneidad, el maestro del instante que en términos visuales cuestiona y decide al mismo momento. A fin de “dar un sentido” al mundo, uno debe sentirse involucrado con lo que enmarca a través del visor. Este comportamiento requiere concentración, disciplina en la mente, sensibilidad y un sentido de geometría. Es a través de medios económicos que uno descubre la sencillez de la expresión. (…) Es poner la cabeza, el ojo y el corazón en un mismo eje.”

Con ese citado quiero comenzar mi trabajo sobre Henri Cartier-Bresson, un fotógrafo célebre de origen francés. Considerado como el padre del fotoperiodismo moderno, él contribuyó a desarrollar la fotografía de calle (o reportaje de vida real) la cual es basada en la fotografía candida – una técnica que llegó a dominar. Leal a su Leica de 35 mm, Cartier-Bresson vagó por todo el mundo durante más de tres décadas capturando momentos históricos del siglo veinte que el día de hoy conocemos solo de libros y la televisión. La guerra civil española, la liberación de Paris en 1944, la revuelta de los estudiantes en Paris en 1968, la entrada de los comunistas en China, la caída del Muro de Berlín, la matanza de Mahatma Gandhi,... Hasta fue el primer fotógrafo occidental que fotografió en la Unión Soviética después de la guerra sin impedimento. A través de sus fotos intentó mostrar al mundo cómo él miraba a aquellos acontecimientos. Desde mitades de los 70s dejó de hacer fotos y se dedicó a la pintura, la cual dejó 1931 después de haberse convertido a la fotografía. Alcanzó la admirable edad de 95 años, dejando su esposa Martine Franck e hija Mélanie.

Cartier-Bresson tuvo una infancia con muchas posibilidades gracias a sus padres adinerados. La familia vivía en un barrio burgués en Paris. Gracias a eso el joven artista en desarrollo disponía plenamente de medios financieros para ejercer su interés artístico – en primer lugar la pintura, y más tarde la fotografía. A la edad de 19 años comenzó a estudiar en una escuela de arte privada y en la academia de Lothe, un estudio parisiense del pintor cubista André Lhote. En ese periodo él estudió el arte clásico y moderno, aprendió a pintar y se sumergió en literatura elevada. Consideraba a Lothe como su maestro de fotografía sin cámara. Gracias a su rigorosa formación teorética él tuvo una fuerte fundación de conocimiento artístico y de composición que le ayudó más tarde en sus obras fotográficas.

En el año 1930 Cartier-Bresson vio la luz de lo que sería su nueva pasión: la fotografía. Su vocación la descubrió al ver la fotografía 'Three Boys At Lake Tanganyika' por el fotoperiodista húngaro Martin Munkacsi que muestra tres chicos Africanos desnudos corriendo hacia la ola del lago Tanganyika. Cartier-Bresson describe su vocación así:

"The only thing which completely was an amazement to me and brought me to photography was the work of Munkacsi. When I saw the photograph of Munkacsi of the black kids running in a wave I couldn't believe such a thing could be caught with the camera. I said damn it, I took my camera and went out into the street."

"Lo único que me fascinó totalmente y que me convirtió a la fotografía fue la obra de Munkacsi. Cuando yo vi la fotografía de Munkacsi de los negritos corriendo hacia una ola, no lo pude creer que tal cosa podía ser captado con una cámara. Dije mierda, tomé mi cámara y salí a la calle."


Se compró una Leica de 50 mm y salió a la calle a hacer sus obras de arte. Gracias a sus medidas pequeñas el fotógrafo consiguió mantenerse anónimo en cualquier masa de gente. De tal modo, era capaz de captar a las personas en su estado natural, sin que se dieran cuenta que fueron fotografiadas. En el fin de hacerse más anónimo pintó todas las partes brillantes de la cámara con pintura negra. Captar el momento instantáneo sería su moto por muchos años más. Su cámara - y su ánimo viajador - le llevaron pronto por todo el mundo con la única misión de congelar aquellos gemas que no duran que una fracción de un segundo. China, México, Canadá, los EE.UU., India, Japón, la Unión Soviética,... Al final perderá su corazón en México. En el documental sobre su vida, cuando ya era mayor de edad, confesa que le hace falta el país.

En la primavera del 1947, Cartier-Bresson junto con Robert Capa, David "Chim" Seymour y George Rodger fundieron la agencia cooperativa de fotografía Magum Photos. El equipo - que al paso del tiempo se expandió - dividía las tareas fotográficas entre ellos. Su misión era de "sentir el pulso del tiempo", lo cual se puede interpretar como estar ahí presente antes que todos los demás en acontecimientos históricamente decisivos, y captar cualquier tendencia caracterizada por su época.



Cartier-Bresson consiguió reconocimiento internacional con su cubertura del funeral de Gandhi en India en 1948 y con la última fase de la Guerra Civil China en 1947. Captó la gradual independencia de Indonesia de los colonizadores holandeses. En 1952, publicó su libro aclamado "Images A La Sauvette" - en inglés titulado "The Decisive Moment" - con 126 fotografías del Este y el Oeste. En 1957, el fotógrafo explicó al Washinton Post porqué la fotografía no es como pintar:

"There is a creative fraction of a second when you are taking a picture. Your eye must see a composition or an expression that life itself offers you, and you must know with intuition when to click the camera. That is the moment the photographer is creative. Oop! The Moment! Once you miss it, it is gone forever."

"Existe una fracción de segundo creativa al hacer una fotografía. Tu ojo debe ver una composición o expresión que la vida misma te ofrece, y debes saber en que momento pulsar el botón. Ese es el momento en que el fotógrafo es creativo. ¡Aupa! ¡El momento! Una vez perdido, desapareció para siempre."



Con este último citado destaca de nuevo la esencia del momento oportuno que ofrece una buena foto durante una fracción de un segundo, lo cual forma el fundamento de su estilo. Aunque su manera de congelar el momento parezca radical, creo que en efecto uno puede conseguir hacer una foto genial gracias al momento decisivo. En mi propia experiencia insignificativa en el campo de fotografía he descubierto múltiples veces que muchos de mis mejores fotos son hechas inconscientemente a través de ese momento. Lo he percibido a menudo que en una serie de fotos conscientemente hechas, la mejor foto es aquella que hice sin pensar en la composición, la geometría o el sentimiento. En eso me diferencio de Cartier-Bresson, que buscaba conscientemente el momento. En el pasado solía, como él, buscar esa relación geométrica, composicionalmente adecuada entre los objetos y el fondo. Sin embargo, desde que he descubierto la obra (y la existencia) de este fotógrafo he empezado a ver a la realidad de forma distinta. Con ojos más atentos a la composición, la geometría y el sentimiento. Ocurre a menudo que estoy caminando por la calle y que de repente veo ese momento creativo sin tener una cámara para captarlo. En mi opinión, eso es una buena señal. No puedo negar que este fotógrafo - a pesar que me gustan también otros estilos de fotografía - me ha influido considerablemente. En hecho, puedo concluir con una paradoja. Su estilo de fotografiar (para mi) es meter en práctica el disfrutar del momento, del presente. Asumo que Cartier-Bresson fue alguien que vivía en el presente, en lugar del pasado o el futuro, lo cual puede ser una explicación para su obsesión para el momento decisivo. Ahora, desde el momento que él congela la imagen, el segundo después, esa imagen ya se ha convertido en pasado, dejando de ser un momento en el presente. La riqueza está en esa paradoja: poder disfrutar del momento que en aquel tiempo disfrutó como siendo la alegría de estar en el presente. Esa es la belleza que nos provee el aparato llamado 'cámara' a todos los que aman vivir en el presente, y a todos los demás también, obviamente.

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